"Las extrañas e inquietantes experiencias de Pompilio"
"Obsesión"
Cajas de cartón y algún mueble pequeño acumulados dentro del portal avisaban de que alguien estaba de mudanza. No se preocupó mucho, dentro de nada le informaría de todo y con todo lujo de detalles su vecina Purificación. Como en todas las comunidades, siempre hay alguien que destaca por algo. La Puri tenía el talento de enterarse de todo lo que pasaba en el portal y alrededores. Si te la encontrabas, te paraba, te cogía del brazo y hasta que no te lo contaba todo, no te soltaba.Subió andando hasta su piso con la esperanza de encontrarla o por lo menos encontrarse con el nuevo inquilino. El único piso en venta del portal era el 3ºA, justo enfrente del suyo. Dos días antes, Puri le había informado de que el piso lo habían comprado, pero aún no sabía quién lo había adquirido, en cuanto supiese algo le informaría sin falta. El hecho es, que esa fue la última vez que la vio. La información se hacía esperar y andaba muy ansioso por saber cómo sería su nuevo vecino de planta ¿Dónde andaría la Puri?
Así que empezó a subir la escalera y cuando llego delante de su puerta acerco la oreja para escuchar algún ruido. Nada, silencio total, igual se estaba echando la sienta. Siguió subiendo y al llegar arriba, se encontró con la puerta del nuevo vecino entreabierta, se asomó curioseando, mientras golpeaba la puerta con los nudillos.
-“Hola, ¿hay alguien?”
-“VAAA”
Escucho una voz masculina procedente de la cocina y al momento apareció un chaval de unos 20 años, no muy alto pero bastante fuerte, que vestía un mono azul.
-“¿Qué desea?” – Le preguntó mirándole inquisitivamente,
-“Discúlpeme, por favor. Soy el vecino de enfrente, he visto la puerta entreabierta y me he atrevido a pasar para darle la bienvenida.”
El chaval le echó una mirada burlesca, mientras en la esquina de su boca empezó a florecer una sonrisilla maliciosa.
-“No, verá, mi compañero y yo solo hacemos la mudanza.”Le contestó mientras le señala hacia donde supuestamente estaba su compañero.
-“Su vecina llegará mas tarde.”Le contesta soltando una risilla.
-“Vale muchas gracias.”Dio media vuelta, abrió su puerta y entro en el piso.
He olvidado presentarle, se llama Pompilio, tiene 33 años y lleva dos divorciado. Desde que se divorció no ha tenido relación alguna con mujeres, el echo de tener una nueva vecina, posiblemente soltera, le ilusionaba bastante. Aún recuerda aquella última sesión ante la juez, y la bruja de su ex diciéndole que el era demasiado obsesivo con ella. ¡Si hasta le relató como le había enseñado a doblar las servilletas de hilo antes de guardarlas en el cajón! Y ¡Como le hacía colocar los vasos en el escurreplatos después de fregados, por orden de mayor a menor!, pero, ¿Cómo coño quiere que se coloquen los vasos? Los mas grandes detrás, vamos digo yo. Todavía puede ver la cara de la jueza, por que era una mujer, si no, no se explica la sentencia, cuando su mujer le contó que le gustaba que guardase las toallas por tamaños y por colores, si, hasta le llegó a decir que parecía su armario una exposición del IKEA.
¿Dónde narices se habría metido la Puri? Por una vez en la vida que podía contarle algo interesante, no había manera de dar con ella. Encendió la tele y se pasó toda la tarde pensando que aspecto que tendría la nueva vecina.
Al día siguiente:
¿Entonces pelirroja?, ya tenía un indicio del aspecto de su vecina. Entro en su piso y se paró un momento en la puerta mirando esperanzado la puerta de enfrente haber si se abría. No se abrió.Así que se pasó toda la tarde imaginando el aspecto que tendría.
Tercer día:
En el trabajo su único pensamiento era salir y encontrar como fuera a Puri, habían pasado ya 5 días sin verla y eso era muy, pero que muy raro. Salio pitando del trabajo y al llegar al portal,subió como el viento hasta el piso de Puri. Llamo al timbre, golpeo la puerta hasta que le empezaron a doler los nudillos, que le avisaban de que en esa casa no había nadie.Subió las escaleras pensando en sus vecinas: Puri que le tenía preocupadísimo y en la pelirroja. Al dar la vuelta al último tramo de la escalera sus sorprendidos ojos se abrieron de par en par y casi los pierde, igual que las babas, al divisar medio perfil de su vecina que entraba en su casa. Su trasero arropado por un pantalón corto bien apretado de color rojo, hacía una curva perfecta hacia sus piernas blancas, de piel aterciopelada. Vestía una camiseta de tirantes color verde que le dejó ver su hombro izquierdo. Ya cogía forma en su imaginación el aspecto que tenía, solo le falta una pieza del rompecabezas, verla entera y eso sin falta sería mañana. Entro decidido en el piso y se pasó toda la tarde ensayando lo que le iba a decir a la pelirroja.Y la Puri sin aparecer. Seguramente le ha pasado algo.
Cuarto día:
Mientras trabajaba, no dejaba de pensar en las curvas perfectas de su vecina, aviso a su jefe con antelación de que tenía que hacer algo importante y quería salir 20 minutos antes. Salio del trabajo como un rayo, paso por una pastelería cercana donde compro una bandeja de pastelitos variados y después se marchó corriendo a casa. Al llegar al portal,se fue directamente al ascensor que no había utilizado desde que vio las cajas de la mudanza de su vecina. Mientras esperaba el ascensor, ensayaba la frase típica que iba a pronunciar cuando se encontrara con ella. El ding-dong del ascensor le avisaba de que ya estaba disponible,abrió violentamente la puerta y . . .
-“Hay, hijo, que susto me has dado.”
Allí estaba Puri delante de él, dentro del ascensor, en el momento menos oportuno.
-“Hola Puri ¿cómo estas?, perdona pero tengo mucha prisa”
-“Hijo, no sabes lo que me ha pasado, resulta que justamente después de hablar contigo la última vez, me llama una prima hermana mía, para pedirme que me quedara unos días con su padre, que está muy enfermo. Ella tenía que arreglar unos asuntos relacionados...”
-“¿Pero donde vas? Espera que te cuente, Pompilio te has enterado de...”
Pero ya no la escuchaba, las puertas del ascensor se cerraron dejando fuera la información que tanto ansiaba tener los días anteriores. Llego a su planta, salio del ascensor, entro en el piso, cerro la puerta y pego el ojo a la mirilla esperando que apareciese su vecina. Se había dado cuenta que llegaba a la misma hora que él, pero al subir en el ascensor no alcanzaba a verla. Pasados 10 minutos escucho el abrir de las puertas del ascensor y un segundo más tarde pasaba delante de su ojo que ya poco distinguía después de llevar 10 minutos pegado a la mirilla. Abrió la puerta rápidamente.
-“Hola, me llamo Pompilio, y como puedes ver soy tu vecino de enfrente, quería darte la bienvenida”Dijo mientras se acercaba con la bandejita de pastelitos.
Su vecina se giró lentamente dejándole disfrutar de lo lindo de toda su lujosa carrocería. El corazón empezó a golpear su pecho con tanta fuerza que hasta le dolía, gotitas de sudor empezaban a asomarme por las sienes, la emoción era tan grande e intensa que casi no podía respirar. Su vecina parecía tardar una eternidad en girase, ¡Qué formas! ¡Qué nalgas! ¡Qué belleza! ¡Qué... !
-“Que amable, muchas gracias, yo soy Andrés pero me puedes llamar Andrea si no te importa, encantado de conocerte”Le contestó regalándole una gran sonrisa, cogió la bandeja de sus manos, que se quedaron paralizadas.
-“Pasa, te pongo un café, nos comemos los pasteles y me cuentas chismes de la comunidad”
Como el David de Miguel Ángel, así se quedó el pobre Pompilio, inmóvil, sin saber que decir, sin poder reaccionar. ¿Pero algo tenía que decirle?
Acabo de volver a publicar todos las antiguas peripecias de Pompilio, para que vosotros también podáis disfrutar, como yo lo hice, de los regalos que recibí de mi amiga Ale en forma de dibujos para cada uno de los relatos, para que mis letras no se sientan solas cuando nadie las lee. Un abrazo para todos mis lectores y otro para ti Ale, eres la mejor.
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