"Las extrañas e inquietantes experiencias de Pompilio"
"Urgencias"
Había llegado al cruce. Ahora, solo tocaba decidir, si recorrer los 500 metros hasta su casa o los 300 hacia la derecha, que le llevarían al ambulatorio. El dolor era cada vez más insoportable y no le dejaba pensar con claridad. Decidió coger el camino más corto, hacia el ambulatorio. Llegaría antes y su estado le pedía a gritos que llegara cuanto antes. La gente que se le cruzaba le miraba interrogadamente. No era de extrañar, su aspecto era más que lamentable. Su rostro era una mueca deformada por el dolor y el sudor le brotaba de la frente como si fuera una fuente, empapando su cara y su camisa. Su forma de andar también llamaba la atención. Parecía la de un zombi, tensa y rígida. El malestar y el dolor eran cada vez más insoportables y con cada paso que daba el ambulatorio parecía alejarse dos. Se detuvo un momento, se agachó hasta que sus manos encontraron sus rodillas y respiro hondo. " Vamos, que te queda poco" se animó a sí mismo.Se irguió con mucho cuidado y comenzó a andar despacito. No se dio cuenta de que se le acercaba una pesona, que, por su sonrisa no dejaba lugar a dudas de que le conocía. Como la va a ver, si el solo tenia ojos para el ambulatorio que ya parecía estar un poco más cerca.
- ¡Hola Pompilio! ¿Qué tal? ¿A dónde vas? empezó con su interrogatorio la Puri, su vecina más cotilla del barrio. Vaya pinta que traes hijo. ¿Que te pasa, te encuentras mal?¿Estas enfermo?
Pompilio giro lentamente la cabeza. Su mirada vidriosa daba fe del mal estado en el que se encontraba.
- ¡Tu no! ¡Ahora no! le contestó, mientras su brazo empezó a agitarse como queriendo espantar una mosca. Su voz ronca y gutural parecía subir de una cripta.
La Puri sé hecho un paso para atrás sorprendida.
- Pero deja que te ayude, hijo.
- ¡No, no ,no! le contestó, mientras seguía con su lucha con la mosca, alejándose del peligro que representaba ahora, esa mujer, para su estado.
- ¡Vale! Si no tienes tiempo ahora, ya hablaremos otro dia. ¡Que te mejores!
Pero Pompilio ya no la escuchaba seguía con su camino infernal sin dejar de agitar su brazo. Un poco más adelante al ver su cara demacrada y sus ojos casi fuera de sus orbitas un niño rompió a llorar, mientras que su madre hacía un pequeño rodeo protegiendo a su vástago con los brazos le miraba horrorizada. Pero Pompilio no oía, solo veía el ambulatorio, que estaba ya a 10 metro, justo delante de él. Camino los 10 pasos que le separaban de su destino, entró, cruzó el pasillo dirigiéndose hacia la puerta detrás de la cual tantas veces había dejado sus sufrimientos. Giró el pomo y... nada. La puerta estaba cerrada o atascada. Empezó a girar el pomo desesperadamente, tirando y empujando la puerta, pero sin éxito. Empezó a examinarla exasperado en busca de algún indicio que le esclarezca el porqué de la puerta cerrada. Entonces vio el cartel bastante grande, que dada la desesperada prisa que tenia no había notado.
ESTAMOS HACIENDO TRABAJOS DE MEJORAS EN TODOS LOS SERVICIOS Y ASEOS DEL AMBULATORIO.
DISCULPEN LAS MOLESTIAS.
Texto: Sheol 13Ilustraciones: Ale
Pobre Pompilio, qué cosas le pasan... Besos.
ResponderEliminarAcabo de volver a publicar todos las antiguas peripecias de Pompilio, para que vosotros también podáis disfrutar, como yo lo hice, de los regalos que recibí de mi amiga Ale en forma de dibujos para cada uno de los relatos, para que mis letras no se sientan solas cuando nadie las lee. Un abrazo para todos mis lectores y otro para ti Ale, eres la mejor.
ResponderEliminar