martes, 24 de julio de 2012

La borrachera II (Re-Post)


"Las extrañas e inquietantes experiencias de Pompilio"

"La borrachera" (segunda parte)


Pompilio se dio la vuelta con mucha dificultad mientras se limpiaba torpemente la cara y los ojos con la manga de la camisa. La semioscuridad del bar y los rayos de la luna mezclados con las luces de la calle, no les dejaban ver con claridad. Por las curvas, parecía una mujer y mientras se acercaba a la barra, ondeando sensualmente la cintura, su figura cogía forma. Vestía un traje con falda de color verde, combinados de maravilla con el bolso y unos zapatos de tacón aguja, color rosita. Los rizos rojos descansaban perfectamente sobre sus hombros y sus ojos verdes resaltaban entre las sombras superiores color rosa. Sus labios carnosos, rojo pasión, te invitaban a comerle todo el carmin y más.

-¿Lo de siempre? la pregunto Manolo.
-Sí, gracias.
-¿Pero quien es esta hermosa señorita? ¡Manolo! Por qué no me la presentas. Bueno me presento yo. Soy Pompilio, estoy borracho y no lo siento.
-Hola Pompilio, si nos conocemos, le contesto la pelirroja.
-Yo a ti, no. ¿Tu a mí, sí?
-No le hagas caso, ha bebido demasiado hoy, intervino el camarero mientras colocaba la copa de Martini delate de la clienta.
-Que sepas que invito yo, Manolo, ponme lo mismo que a la señorita.
Mientras el camarero le traía su bebida, Pompilio miraba lascivamente a la pelirroja.
-¿Qué hace una chica tan guapa en un bar de mala muerte como este? la pregunto Pompilio mientras una sonrisa de oreja a oreja, deformada por el alcohol, se le dibujaba en la cara .
-Esto es lo ultimo que vas a tomar en mi bar, Pompilio. Te tienes que ir a dormir, y olvidarte de todo, por un rato.
-Manolo, déjame en paz ¿donde voy a ir si no tengo llaves? Mejor me quedo aquí, para hacerle compañía a esta hermosa señorita.
-O sea ¿que no tienes llaves? le preguntó la pelirroja.
-Pues no, y da la casualidad que la Puri no viene hasta mañana del pueblo, ella tiene una copia. No por qué tenga algo con ella, sabes, es que es muy amiga de mi madre, le contesto Pompilio mientras le guiñaba el ojo al camarero. Así que no sé que voy a hacer, dormiré en la calle o en un cajero, como un vagabundo, a no ser que alguien me invite a pasar la noche en su casa, otro guiño al camarero que ya no disimulaba la sonrisa burlona que apareció en su cara a la vez que la entrada en escena de la pelirroja.
-Puedes dormir esta noche en mi casa si te apetece, no me importa, de veras, contesto la pelirroja.
-No te quiero molestar, pero si insistes, con eso, le guiño otra vez el ojo al camarero que le devolvió el guiño sonriendo.
-Nos vamos, que ya es tarde, gracias Manolo, te veo mañana, le dijo la pelirroja y sé levanto.
Pompilio hizo lo mismo, llevándose la mano al bolsillo de atrás para buscar la cartera y pagar la consumición, pero la falta de costumbre, el movimiento tan brusco y los humos de alcohol desequilibraron sus pasos que se encontraron con la silla y luego se pisaron entre sí. Intento agarrarse a la barra pero no llego, sus manos hicieron uno círculos golpeando el aire, pero nada impidió que su cuerpo golpeara con todo su peso el suelo. La pelirroja sé abalanzo sobre el y el camarero salio rápidamente de detrás de la barra.
-Te has hecho daño, preguntaron a unisono.
-Que va, estoy bien, les contesto Pompilio, mientras se agarraba con las dos manos, de las manos que salieron al rescate. Tiraron de el con dificultad hasta que consiguieron ponerle de pie.
-¡Uy! como se mueve tu bar Manolo. Como da vueltas, parece un Tio...La frase quedó allí y en su lugar salio de su boca todo lo que había consumido en el día. La chica y el camarero retrocedieron rápidamente, consiguiendo evitar la lava que salia de la boca de Pompilio que sé balanceo dos veces y sé cayó otra vez de bruces en su propio vomito. Sus dos amigos se miraron exasperados y corrieron otra vez al rescate. Le levantaron, le sentaron en una silla, el camarero sé marcho a buscar unos paños mientras la pelirroja sostenía la cabeza al borracho, por si volvía a vomitar. Manolo volvió con un trapo de cocina y dos paños.
-¿Estas bien? Pompilio afirmó con la cabeza. Toma, límpiate con estos trapos.

Pompilio tomó uno de los trapos y empezó a limpiar su ropa manchada. La pelirroja tomó otro trapo y le empezó a limpiar la parte de arriba del pantalón. Pompilio levantó la cabeza buscando a Manolo que miraba la escena meneando la cabeza con desaprobación. Pompilio empezó a guiñarle el ojo enseñándole a la pelirroja que le limpiaba con esmero el pantalón.
-¿Nos vamos guapa? preguntó Pompilio.
-Venga, vámonos. ¿Te puedes levantar? le pregunto la pelirroja. Venga yo te ayudo. Cogió con su mano izquierda la izquierda de Pompilio y tirando sé la paso al hombro mientras que con la derecha, le agarro de la cintura.Ya te ducharas en mi casa y te quitaras esta ropa.
-Que fuerte eres, hermosa. Nos vamos Manolo, a su casa, a ducharme y quitarme la ropa, se dirigió Pompilio al camarero por supuesto, con el guiño habitual.
-Iros con Dios y gracias Andrea por la ayuda, te debo una.
-No hay de que, nos vemos.
-Nos vemos, repitió Pompilio y salieron del bar.
Despacito y con dificultad se dirigieron al portal que estaba a 10 metros, en el mismo edificio. Al llegar, Andrea saco las llaves de su bolso sin soltar la mano de Pompilio que tenia apoyada en el hombro. Este la miraba atonito, sin dejar de sonreír. Pasaron al portal y se dirigieron al ascensor. Pompilio apartó la vista un segundo de su conquista para mirar el portal.
-Pero si este es mi portal, ¿no te he dicho que no tengo llaves?, la pregunto Pompilio contrariado.
-Es mi portal también, ¿no te acuerdas de mí, de veras?
-Pues no, ahora mismo estoy tan borracho que no me acuerdo ni de mí.
Subieron en el ascensor hasta la tercera planta, al salir Pompilio exclamo.
-¡Y esta es mi planta!
-Y aquí es donde vivo yo, delante de tu puerta, soy tu vecina ¿no te acuerdas? abrió la puerta y pasaron.
-¿Cómo has dicho que te llamas, guapa?
-Andrea. De verdad Pompilio, si hasta me regalaste una bandeja de dulces para darme la bienvenida.
Pompilio sé paro en seco, buscando imágenes y recuerdos en su ahumado cerebro. Se acordaba. Una nueva y misteriosa vecina, la Puri que no aparecía, él, impaciente por conocerla y...
-Sí, sí ,si, es verdad, tu... sé quedo con la boca abierta, mirándola con los ojos inyectados y abiertos como dos cebollas rojas. ¡Tú, Oooo, noooo!... y sé desmayo en los brazos cansado de Andrea que exasperada, le dejo caer al suelo.

Tenia ganas de orinar, pero le daba vergüenza salir así del dormitorio. Pero no podria aguantar ni un minuto más, así que sé levanto de la cama y abrió despacito la puerta del dormitorio. Justo delante de la puerta del dormitorio se hallaba la puerta del baño, estaba abierta y la escena que se encontró era un poco inusual. Una pelirroja, sin pecho, se estaba afeitando delante del espejo. Al escuchar el ruido de la puerta, se giro hacia él.
-Buenos días Pompilio, ¿estas bien? por que, vaya noche.
Pompilio, con la cara lívida y la sonrisa torcida, levantó aturdido la mano indicado los 18 centímetros erectos que asomaban debajo de la cintura de la pelirroja.
-¡Uy! perdona, es lo que pasa por la mañana, sé ruborizo la pelirroja y luego exclamo: ¡Nooo, otra vez noo, que me tengo que ir!
Demasiado tarde, el pobre Pompilio sé habia desmayado otra vez.


Texto: Sheol 13
Ilustraciones: Ale

1 comentario:

  1. Acabo de volver a publicar todos las antiguas peripecias de Pompilio, para que vosotros también podáis disfrutar, como yo lo hice, de los regalos que recibí de mi amiga Ale en forma de dibujos para cada uno de los relatos, para que mis letras no se sientan solas cuando nadie las lee. Un abrazo para todos mis lectores y otro para ti Ale, eres la mejor.

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