jueves, 24 de marzo de 2011

El corredor

Llovía a cantaros, pero allí estaba él, preparado, listo, en el arcén de la carretera, empapado del agua que parecía intentar lavar sus triviales pecados. Apretó los puños con rabia, con determinación, hoy sera el día, hoy conseguirá llegar a la meta sin tropezar, sin tambalearse y lo más importante sin caerse, esta vez seria distinto. Miró hacia el cielo y gritó como un león afianzando su reinado. Las gotas de agua bajaban a gran velocidad, como diminutos carámbanos de goma que se estrellaban silenciosos sobre su cara. Bajó la vista y con determinación empezó a andar y poco a poco a correr. Sus pasos eran inseguros y se resistían mantener el camino recto, algún soplo más fuerte de aire hacía que su cuerpo se tambalease, pero rápidamente rectificaba la postura. Hoy no, definitivamente no sera como las otra veces, hoy llegará sin problemas, aunque más despacio, pero llegará hasta el final. Los escasos coches que pasaban por ahí le pitaban al rebasarle y aunque le hacían perder por un momento el pose, él, seguía sin bajar el ritmo. La boca le ardía como el infierno y de repente, alguien parecía haber pulsado el botón de un tiovivo invisible, residente de su cabeza, sin avisar, igual que sin avisar le entraron también o más bien le salieron por la puerta de adelante las náuseas, que le hicieron lo que a toda costa quería evitar, perder el equilibrio y caer de rodillas. Descansar un poco los huesos empapados tampoco le venia mal, incluso, empezó a disfrutar de las caricias frías del agua y su cuerpo poco a poco se empezó a relajar. Una sensación de paz invadió todo su ser e inconscientemente se dejó caer, de lado, en el arcén para recuperarse. Empezó a buscar algo con parsimonia en los bolsillos del pantalón, pero por alguna extraña razón no los llevaba puestos y tampoco los calzoncillos, se cacheó buscando la camiseta, sin éxito, también había desaparecido. Levantó con dificultad la cabeza buscando indicios de que por lo menos iba calzado, sí, las botas estaban en su sitio. Mientras hacia todos esos esfuerzos sobrehumanos no se dio cuenta de que un coche de la Guardia Civil había parado un poco más adelante, en el arcén y dos personas que desde allí abajo parecían familiares cercanos de Gulliver, se le acercaron. Sincronizados se agacharon, le levantaron por los sobacos y como a una marioneta sin titerero, le metieron atrás, en el coche, montaron delante y se marcharon rajando la oscuridad. Le sonaba mucho las caras de los agentes, pero no podía relacionarlas en ese momento con nada, estaba demasiado casando, así que cerró los ojos y al instante se durmió. Al día siguiente se despertó en el salón de su casa, en el canapé, cubierto con la manta destinada a sus noches de sofá, cuando aun estaba casado, y su cabeza seguía al ritmo del tiovivo, pero a menos revoluciones. Se sobresaltó reconociendo la voz de su compañero que tronó a su lado, golpeándole sin piedad sus hipersensibles, en aquel momento, tímpanos:

- Ya era hora mi sargento, ¿otra noche loca verdad? Y otra vez Álvaro y yo haciendo de niñeras sin paga. Por lo menos, la próxima vez que apueste con las putas de club de que es capaz de correr desnudo hasta su casa, haga el favor de guardar el uniforme en algún sitio y no le tire en el riachuelo, que ya van 5.
Fin

por Sheol 13

30 comentarios:

  1. Jajaja, me ha gustado mucho, y la imagen es buenísima para acompañarlo.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Soy de la misma opinión, hasta el final, nunca sabes de que sueño te vas a despertar, pues en sueños todos vamos desnudos
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Jajaja menuda sorpresa final! me ha encatado :) es genial
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Muy divertido Sheol, me ha gustado mucho.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. En bolas no somos nadie!!
    Tus finales siempre me sorprenden.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Ja ja ja

    ¡Qué verguenza, por Dios!

    Me ha encantado.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  7. Hola Sheol
    Un desenlace inesperado je,je,je.
    Un abrazo genio.

    ResponderEliminar
  8. Minerva, gracias tu eres genial. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Sakkarah, me ha costado encontrarla. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Jose, desnudo o no me gustan mas que la realidad que vivimos. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Pedro, halagador viniendo de ti. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Javir, en bolas cualquiera nos puede dar una patada. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Gara, algunos no tienen tan desarollado como deberian el sentido del ridiculo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Apu, gracias, un abrazo para ti también.

    ResponderEliminar
  15. Historias de la puta mili, que decir al respecto, . . . que yo también las sufrí.

    Un abrazo, pero eso sí, vestidos.

    ResponderEliminar
  16. Hola Sheol. Jejeje, impresionante tu manera de escribir, me encantó leerte, hacía mucho que no publicabas un relato, sabes que soy adicta a los relatos cortos. Besos.

    ResponderEliminar
  17. Albertico, pues si, mas o menos. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Cris, ya sabia que contaria contigo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. Si, es cierto. Es un relato muy original y divertido. El final es totalmente insospechado y la debilidad del sargento por los retos, es aún más notorio y destacado... jjaja.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  20. Te paso el testigo en mi casa, cógelo si te apetece que te conozcamos un poco más. No es obligatorio.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  21. Esilleviana, todos tenemos nuestras debilidades. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  22. Gara, gracias, cuando tenga un hueco y animos lo haré. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  23. Buenisimo, blogs amigos me han traido hasta aquí, para llevarme de tu casa una grata sorpresa y la llave de debajo del felpudo.

    ResponderEliminar
  24. Me agradó tu actuación... jaja. Muy reflexiva, aunque a veces, apetece representar otros papeles, de los que desconocemos sus diálogos.

    un abrazo.

    ResponderEliminar
  25. Muy bueno, Sheol. Cómico y divertido jajaja.

    Besossss.

    ResponderEliminar
  26. Carlos, no te hace falta llave, la puerta siempre está abierta. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  27. Esilleviana, sé que mi comentario no ha sido el mas cercano al contenido de tu post, pero es lo que me ha salido, a veces no puedo controlar mis propias neuronas. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  28. Aniki, algunas veces me sale mejor que otras. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu huella...