Llovía a cantaros, pero allí estaba él, preparado, listo, en el arcén de la carretera, empapado del agua que parecía intentar lavar sus triviales pecados. Apretó los puños con rabia, con determinación, hoy sera el día, hoy conseguirá llegar a la meta sin tropezar, sin tambalearse y lo más importante sin caerse, esta vez seria distinto. Miró hacia el cielo y gritó como un león afianzando su reinado. Las gotas de agua bajaban a gran velocidad, como diminutos carámbanos de goma que se estrellaban silenciosos sobre su cara. Bajó la vista y con determinación empezó a andar y poco a poco a correr. Sus pasos eran inseguros y se resistían mantener el camino recto, algún soplo más fuerte de aire hacía que su cuerpo se tambalease, pero rápidamente rectificaba la postura. Hoy no, definitivamente no sera como las otra veces, hoy llegará sin problemas, aunque más despacio, pero llegará hasta el final. Los escasos coches que pasaban por ahí le pitaban al rebasarle y aunque le hacían perder por un momento el pose, él, seguía sin bajar el ritmo. La boca le ardía como el infierno y de repente, alguien parecía haber pulsado el botón de un tiovivo invisible, residente de su cabeza, sin avisar, igual que sin avisar le entraron también o más bien le salieron por la puerta de adelante las náuseas, que le hicieron lo que a toda costa quería evitar, perder el equilibrio y caer de rodillas. Descansar un poco los huesos empapados tampoco le venia mal, incluso, empezó a disfrutar de las caricias frías del agua y su cuerpo poco a poco se empezó a relajar. Una sensación de paz invadió todo su ser e inconscientemente se dejó caer, de lado, en el arcén para recuperarse. Empezó a buscar algo con parsimonia en los bolsillos del pantalón, pero por alguna extraña razón no los llevaba puestos y tampoco los calzoncillos, se cacheó buscando la camiseta, sin éxito, también había desaparecido. Levantó con dificultad la cabeza buscando indicios de que por lo menos iba calzado, sí, las botas estaban en su sitio. Mientras hacia todos esos esfuerzos sobrehumanos no se dio cuenta de que un coche de la Guardia Civil había parado un poco más adelante, en el arcén y dos personas que desde allí abajo parecían familiares cercanos de Gulliver, se le acercaron. Sincronizados se agacharon, le levantaron por los sobacos y como a una marioneta sin titerero, le metieron atrás, en el coche, montaron delante y se marcharon rajando la oscuridad. Le sonaba mucho las caras de los agentes, pero no podía relacionarlas en ese momento con nada, estaba demasiado casando, así que cerró los ojos y al instante se durmió. Al día siguiente se despertó en el salón de su casa, en el canapé, cubierto con la manta destinada a sus noches de sofá, cuando aun estaba casado, y su cabeza seguía al ritmo del tiovivo, pero a menos revoluciones. Se sobresaltó reconociendo la voz de su compañero que tronó a su lado, golpeándole sin piedad sus hipersensibles, en aquel momento, tímpanos:
- Ya era hora mi sargento, ¿otra noche loca verdad? Y otra vez Álvaro y yo haciendo de niñeras sin paga. Por lo menos, la próxima vez que apueste con las putas de club de que es capaz de correr desnudo hasta su casa, haga el favor de guardar el uniforme en algún sitio y no le tire en el riachuelo, que ya van 5.
Fin
por Sheol 13
- Ya era hora mi sargento, ¿otra noche loca verdad? Y otra vez Álvaro y yo haciendo de niñeras sin paga. Por lo menos, la próxima vez que apueste con las putas de club de que es capaz de correr desnudo hasta su casa, haga el favor de guardar el uniforme en algún sitio y no le tire en el riachuelo, que ya van 5.
Fin
por Sheol 13
Genial, genial y genial.
ResponderEliminarUn beso.
Jajaja, me ha gustado mucho, y la imagen es buenísima para acompañarlo.
ResponderEliminarUn beso.
Soy de la misma opinión, hasta el final, nunca sabes de que sueño te vas a despertar, pues en sueños todos vamos desnudos
ResponderEliminarUn abrazo
Jajaja menuda sorpresa final! me ha encatado :) es genial
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy divertido Sheol, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
En bolas no somos nadie!!
ResponderEliminarTus finales siempre me sorprenden.
Un abrazo
Ja ja ja
ResponderEliminar¡Qué verguenza, por Dios!
Me ha encantado.
Abrazos
Hola Sheol
ResponderEliminarUn desenlace inesperado je,je,je.
Un abrazo genio.
Minerva, gracias tu eres genial. Un abrazo.
ResponderEliminarSakkarah, me ha costado encontrarla. Un abrazo.
ResponderEliminarJose, desnudo o no me gustan mas que la realidad que vivimos. Un abrazo.
ResponderEliminarPedro, halagador viniendo de ti. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro Elena. Un abrazo.
ResponderEliminarJavir, en bolas cualquiera nos puede dar una patada. Un abrazo.
ResponderEliminarGara, algunos no tienen tan desarollado como deberian el sentido del ridiculo. Un abrazo.
ResponderEliminarApu, gracias, un abrazo para ti también.
ResponderEliminarHistorias de la puta mili, que decir al respecto, . . . que yo también las sufrí.
ResponderEliminarUn abrazo, pero eso sí, vestidos.
Hola Sheol. Jejeje, impresionante tu manera de escribir, me encantó leerte, hacía mucho que no publicabas un relato, sabes que soy adicta a los relatos cortos. Besos.
ResponderEliminarAlbertico, pues si, mas o menos. Un abrazo.
ResponderEliminarCris, ya sabia que contaria contigo. Un abrazo.
ResponderEliminarSi, es cierto. Es un relato muy original y divertido. El final es totalmente insospechado y la debilidad del sargento por los retos, es aún más notorio y destacado... jjaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Te paso el testigo en mi casa, cógelo si te apetece que te conozcamos un poco más. No es obligatorio.
ResponderEliminarAbrazos
Esilleviana, todos tenemos nuestras debilidades. Un abrazo.
ResponderEliminarGara, gracias, cuando tenga un hueco y animos lo haré. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenisimo, blogs amigos me han traido hasta aquí, para llevarme de tu casa una grata sorpresa y la llave de debajo del felpudo.
ResponderEliminarMe agradó tu actuación... jaja. Muy reflexiva, aunque a veces, apetece representar otros papeles, de los que desconocemos sus diálogos.
ResponderEliminarun abrazo.
Muy bueno, Sheol. Cómico y divertido jajaja.
ResponderEliminarBesossss.
Carlos, no te hace falta llave, la puerta siempre está abierta. Un abrazo.
ResponderEliminarEsilleviana, sé que mi comentario no ha sido el mas cercano al contenido de tu post, pero es lo que me ha salido, a veces no puedo controlar mis propias neuronas. Un abrazo.
ResponderEliminarAniki, algunas veces me sale mejor que otras. Un abrazo.
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