viernes, 1 de octubre de 2010

La familia Huang

La familia Huang

29 de septiembre de 2010.Dewei se levantó bruscamente de la cama. Se había dormido. Su mujer al otro lado de la cama todavía dormía placidamente. Rodeó la cama para despertarla pero se paró a mitad de camino. ¡Si hoy libraban todos! La costumbre de levantarse todas las mañanas del año, sin falta, le hizo olvidar que hoy era un día especial para todos, un día en familia, lejos de la esclavitud de su negocio. La dejó descansar un poco más, se lo merecía. Salio del dormitorio y abrió despacito la puerta de la habitación contigua. El sonido de las teclas del ordenador le aviso de que su hija estaba despierta. Efectivamente, estaba tumbada boca abajo, en la cama, delante de su Notebook.
- Buenos días, papi.
- Buenos días, Lixue. Ya estás liada con ese cacharro, te vas a dañar la vista.
- Vale, ya lo sé. Espero que te acuerdes de tu promesa de que hoy íbamos a salir los tres de paseo.
- Sí, me acuerdo. Pero solo si apagas ahora mismo el portátil y me ayudas a preparar el desayuno.
- Apagando, le contestó ilusionada mientras cerraba la tapa de su Notebook.
Prepararon unas tostadas con café y llenaron tres vasos con zumo de naranja de botella. Después de tantísimos años alejados de su cultura, Dewei iba perdiendo poco a poco las costumbres. Tenia que reconocer que el desayuno europeo era bastante más cómodo y más fácil de hacer. De vez en cuando se acordaba del "youtiao" que le preparaba su madre y su abuela siempre acompañado de una taza grande de leche de soja. Pero ese recuerdo resultaba cada vez más y más borroso. La voz de su mujer arrancó la nostalgia de su corazón.
- Que es lo que pasa aquí. Tostadas, café, como habéis espabilado hoy, que no tenemos compromiso alguno.
- Tu hija esta ansiosa por salir a dar un paseo.
- Muy bien, desayunamos, nos preparamos y salimos. Le contesto animada su mujer.
Así que desayunaron, se prepararon y salieron a dar un paseo, que seria el primero, los tres juntos en este año. Se marcharon dirección al parque más grande de la ciudad. Les recordaba a su pueblo, aunque no tenia comparación alguna, pero por lo menos era lo más verde que podría conseguir en ese momento. Viendo a su hija dando saltos de felicidad, corriendo de un lado para otro, abrazando los árboles, tirada sobre el césped, oliendo cada flor que se encontraba, le hizo pensar en lo mucho que les esclavizaba su tienda "Todo a cien" y el poco tiempo que pasaban de verdad en familia. Su hija, siempre que acababa las tareas bajaba para ayudar en lo que fuera. Nunca les daba guerra, era una buena hija a la que él, le arrancaba lo único bueno de una vida, la infancia. Su mujer que todos los días del año se hallaba prisionera del negocio y que nunca se quejaba de nada. Se querían y ahora se quieren más si cabe y empezaron esa aventura lejos de su tierra para poderle ofrecer un futuro a su hija. Miró a su mujer. Su cara era totalmente distinta, en ese mismo instante era el reflejo de su nombre, Xia (El resplandor del amanecer). No se acordaba de la última vez que el sol ahuyentó esas nubes de su frente. Un sentimiento poco conocido empezó a aflorar en su interior. Comenzó a recordar lo mucho que le gustaba correr por el campo, indagar en lo más oscuro del bosque que rodeaba su pueblo natal, el niño que tenia dentro quería salir, quería acompañar a esa chiquilla loca que no paraba de saltar y reír. Los niños no deberían de tener la misma vida que sus padres, deben tener su espacio, su recreo, su propia locura. Miró a su hija y empezó a correr siguiendo sus pasos. Empezó a abrazar los mismos árboles, oler las mismas flores. Su mujer le miraba extrañada y luego más radiante que nunca le siguió también. Dewei se tiró sobre el césped mirando hacia el cielo, contemplándole por primera vez en años. Xia se tiró a su lado mirando asombrada el azul indescriptible del ese cielo olvidado y luego abrazó a su marido. No podrían reprimir más sus lágrimas o más bien no les importaba, eran de felicidad y la felicidad no hay que reprimirla. Todo parecía tan irreal, y lo más extraño de todo era, que todo eso pasaba gracias a la dichosa huelga general y por el miedo de que alguien podría recriminarle o incluso atentar contra la tienda si no la respetaba. Lixue se les acerco boquiabierta, nunca había visto a sus padres tan felices, tan despreocupados, tan... humanos.
- Tenéis un huequito para mí también.
- El hueco somos nosotros, y tú eres lo que lo llena, le contesto su padre mientras abría sus brazos.
Lixue se tiró a los brazos de sus padres, y los tres abrazados empezaron a dar vueltas por el césped.
Los paseantes miraban la escena estupefactos sin saber los motivos de tal emotiva y excéntrica escena, sin saber quien era esa familia tan alocada. No se daban cuenta que la escena tenia algo peculiar, ilusorio, algo que emanaba desde el centro de esa familia loca y que les estaba envolviendo a todos. El cielo se ponía cada vez más azul, un arco iris justo encima de la feliz familia se hacía vislumbrar. Pétalos de todos los colores caían del cielo, un amo abrazaba a su perro besuqueándolo sin parar, gente que bailaba, gente que se abrazaba, parejas que se besaban, soñando, haciéndose promesas bajo la lluvia irisada de pétalos. Todo parecía sacado de una película fantástica de Tim Burton.
Dewei no daba crédito al hecho de que esa era la primera vez que se abrazaban los tres juntos.
- Mis queridos, nunca más dejaré que pase el tiempo sin hacer cosas los tres juntos. Estamos en otro país, nos estamos acostumbrando a su cultura, formamos parte de ello, somos como ellos, aquí tenemos nuestro hogar, nuestra vida y ahora gozaremos de ello por la fortuna de advertirlo a tiempo. Os quiero tanto que me duele haber perdido tan preciado tiempo sin disfrutar de nosotros.
Desde ese día la familia Huang decidió cerrar su negocio todos los sábados por las tardes, todos los domingos y festivos del año.

Moraleja:
Si no disfrutas de tu tiempo, no sabes que lo tienes.

                                                                              FIN

                                                                                                            Por Sheol13

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Que más se puede decir sobre la huelga general que no se haya dicho ya. Casi nada. Bueno, sí. Todos hablamos de los piquetes, del derecho a ir a trabajar, pero poco se habla sobre el derecho a la huelga. El derecho le tenemos todos, o casi todos. Algunos como los amigos del continente asiático cerraron sus tiendas más bien por miedo que por otra cosa, y algunos como los empleados de centros comerciales fueron a trabajar no por qué ellos quisieron hacerlo, sino, por qué tenían miedo de que si no irían, se les haría la vida imposible. El mobbing, ahora, es más actual y pega más fuerte que nunca. Hace poco tiempo se levanto tanto polvo alrededor del acoso laboral. ¿Por qué? Por qué la gente no tenia miedo a nada. Ahora el miedo esta más presente que en "Elm Street". Los suertudos trabajadores están acojonados y aguantan jornadas interminables, broncas descomunales, cambios de horarios, de departamentos y alrededor de todo esto hay un fuerte y clamoroso ahogado grito. Ya nadie los escucha, por qué no dicen nada, nadie les ve por qué no son importantes. Ahora los trabajadores están a merced del empresario que bien sabe lo que tiene entre las manos y se aprovecha de ello desvergonzadamente."Compañerismo" es una palabra muy utilizada últimamente pero que por desgracia perdió totalmente su significado ."La unión hace la fuerza" es un dicho y su significado lo entendieron mejor que nunca nuestros padres y abuelos, que entre todos consiguieron todos los derechos que ahora nos lo están quitando poco a poco, pero seguro.La unión ya no existe y sera muy difícil rehacer lo desecho. Entonces os hago mi habitual pregunta: ¿Solo me molesta a mi lo fácil que perdemos las cosas conseguidas por otros a base de sangre y sudor?

6 comentarios:

  1. Hay tantas cosas que se han perdido estos años...
    En las empresas pequeñas, no te muevas, sabes que hay muchos en el paro que van a hacer lo que te niegas y en las grandes se bloquuean las negociaciones, esto es lo que hay y si no tragais monto un ERE y os apaño, los sindicatos mirando para otro lado esperando subvenciones del gobierno, esto es lo que hay, muchas conciencias adormecidas y poga gana de lucha por conseguir logros legitimos.
    Un abrazo

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  2. Hola José, por desgracias el barco se hunde y pocos nos salvaremos.Un saludo y gracias por venir.

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  3. hola sheol. Por lo que le respondes a José Antonio, tu eres de los que te salvas....hazme un huequecillo!!!
    La hija de la familia Huang te digo yo que acaba de cañas los viernes por la tarde. Todo se pega.
    Es verdad, sheol, que mucha gente ha luchado por conseguir un marco de convivencia más justo. De eso hace mucho tiempo.Las situaciones laborales y sociales y el modelo de economía no es el mismo el de hoy que el del S. XIX. Tendremos que aprender todos.

    Un abrazo. Buen relato

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  4. Hola Javir, gente como tú hay que salvarla y hay que cuidarla que hay muy poca. A mí lo que me duele es lo fácil que se puede perder todo, con lo dificil que ha sido conseguirlo. Un saludo.

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  5. Hola amigo, he regresado para quedarme, me gustan tus letras, un placer acunarse en ellas, gracias por tus comentarios, pasa buena tarde, gracias, besos.

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  6. Hola Don Vito, un placer recibirle entre los brazos de mis letras. Un saludo.

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