Elena se levantó algo
cansada, miró el reloj, marcaba las diez y veinticuatro de la mañana. No se
quería levantar, no tenia sentido levantarse para pasar otro día como el
anterior, simplemente no merecía la pena hacerlo. Lo de ayer fue imperdonable,
pero ella no tenia la culpa, no lo podía controlar, si pudiese lo haría. Por
desgracia hace más de cinco meses que no puede controlar lo que le está
pasando; el médico le dijo que tardaría un poco en notar los efectos de la
medicación que estaba tomando. Pero cuándo, cuándo llegara ese día, con cada
uno que pasaba, se le hacia mas insoportable la situación. Ayer todo el mundo
se enteró de que algo le ocurría, hasta ayer solo eran rumores, si faltaba a
los ensayos la gente hablaba, no por la mala, sino porque la gente es así, no
lo puede evitar, el chismorreo viene de fabrica y crece con cada sujeto, en
algunos florece más y en otros menos. Pero lo de ayer ya no eran rumores, eran
hechos, todos la vieron como de repente y sin motivo aparente, mientras tocaba
el piano empezaba a sollozar, luego los sollozos se convirtieron en llanto y
cuando unos cuantos compañeros se le acercaron intentando calmarla, el llanto
se transformó en chillidos desgarradores. Nadie sabía que hacer, estaban todos
consternados, dando vueltas a su alrededor como lobos acechando a su presa. No
entendían qué es lo que le pasaba a esa chica que hasta hace un momento estaba
toda sonriente, no se explicaban cómo pudo llegar tal tormenta sin el más
mínimo aviso, sin antes chispear. Al final se tuvo que retirar en una de las
salas contiguas a la de ensayo acompañada por Miri, una de las violinistas, que
no paraba de decirle qué se calmara, qué le contara que es lo que le ocurría.
Era una buena chica, y sinceramente le apetecía hablar con alguien sobre su
estado, pero simplemente no podía, las palabras se le atascaban en el llanto y
el llanto era el único sonido dueño de su boca en ese instante. El problema era
que en cuanto se calmase, ya no tendría la valentía de hablar con nadie sobre
su tormento por el miedo de que volviera. Miri insistió en acompañarla a casa,
pero ella no quería compañía, solo quería alejarse de todo una temporada,
desaparecer. Salió a la calle, y corriendo se encaminó hacia su casa. No estaba
muy lejos, estaba a tan solo unos 400 metros, sin embargo, el camino se le hizo
interminable. Las lagrimas nublaban su vista y con cada paso parecía adentrarse
más y más en una niebla, inexistente
para los otros caminantes, que la miraban con desprecio e interrogantes.
Tropezó dos veces hasta llegar a su portal y consiguió hacerse una brecha en
una de las rodillas que no paraba de brotar sangre. Su aspecto hizo que un
señor se le acercara para ver si necesitaba ayuda, pero se alejó rápidamente
cuando un torrente incontrolable de insultos y improperios salió de su boca.
Vivía con su madre, el único pilar que aún la sujetaba con fuerza. Cuando entró
en el piso se fue directa a su habitación con su madre pisándole los talones.
Se tiró sobre la cama, boca abajo, y siguió su particular concierto de llantos
y suspiros. Su madre se quedó con ella hasta que se tranquilizó, sin dejar de
hablarle sobre el sentido de la vida, un sentido que estaba escondido en alguna
ciénaga, para ella, imposible de alcanzar. Las caricias maternas sobre su
cabello lograron su efecto, y al final se dejó ayudar a desvestirse, se duchó y
luego su madre le curó la herida de la rodilla. Le preparó dos tostadas con
mermelada de fresa y una taza grande de leche caliente para cenar. Cuando
acabó, la acompañó a la cama, la arropó cariñosamente y le dio un beso en la
frente. Se durmió en seguida, después de
las crisis siempre se quedaba exhausta.
Se percató que había
estado mirando el reloj más de viente minutos. A veces el tiempo pasaba tan
deprisa que la asustaba, sin embargo, otras veces se paraba o avanzaba más
lento que un caracol rabioso. Se giró hacia la ventana mirando los hilillos de
luz que se deslizaban por los agujeritos de la persiana. Parecían teclas de
humo de un piano fantasmal que se materializaban con cada segundo que pasaba.
Se levantó de la cama sorprendida, nunca había visto un piano blanco tan de
cerca, tan grande, tan esplendoroso. Se acercó tímidamente y estiro las manos
intentando tocar el blanco y nítido marfil de las teclas. Mi, mi , fa sol, sol,
fa, mi, re. Interesante, cuan imprevisible era la mente humana, guiar los dedos
para que empezara el día con la “Oda de la alegría” era extremadamente extraño,
después de lo de ayer. Se dejó llevar por la euforia que se adueñaba de su ser,
sus dedos se movía endiablamente sobre las teclas de humo y una risilla escapó
de sus boca. Las comisuras de sus labios cambiaron el rumbo de ayer, ahora se
dirigían al norte, muy al norte, de sus ojos ya no salían lagrimas sino fuegos
artificiales. Sus pies bailaban al son de la música y su voz al principio
tímida ahora acompañaba el piano a grito pelado. Dejó por un momento el
instrumento y sin dejar de cantar se dirigió a la puerta de su habitación, la
abrió y salió en busca de su madre. En cada paso hacía una pirueta, después de
cada verso soltaba una carcajada, la alegría se había hecho dueña total de la
casa. La buscó por todas partes, pero no la encontró, pero si una nota suya en
la cocina: “Estoy en el mercadillo, el desayuno esta en la nevera”. Sin dejar
de cantar se tomó el sándwich de nocilla que sacó del frigorífico, con 22 años
aun le encantaba, y su madre lo sabía. Su alegría no tenia limites, hacía mucho
que no se sentía así, o por lo menos es lo que consideraba en ese momento.
Hacía muchísimo tiempo que no tenía fuerzas para hacer algo por ella o por su
madre, pero solo era lo que creía en ese momento. Al acabar el desayuno
desempolvó la bicicleta estática que llevaba tiempo abandonada en la terraza,
la metió dentro del piso y delante de la tele pedaleó como media hora. Luego,
recogió un poco la casa y después la cocina. La vitro estaba un poco manchada
así que la untó bien con un limpiador especial que dejó reposar medio minuto, y con la cuchilla de cocina raspó toda la
superficie. Lo que menos le gustaba hacer era fregar los platos, por esa misma
razón los dejó para el final. Hoy sin embargo no le importaba, parecía un gran
día, con la gran sonrisa dueña de su cara y con la música dueña de su boca,
empezó a fregarlos con más entusiasmo que nunca. Al acabar, se quedó un rato
mirando como se desvanecía la espuma y algún pequeño resto de comida por el
desagüe.
Habían pasado varios minutos pero Elena seguía
en el mismo sitio, mirando fijamente aquella oquedad en el fondo de la pila.
Unas nubes se habían posado sobre su frente y una tímida lluvia empezó a caer
de sus ojos. Levantó la mirada del fregadero y se la postró sobre el
escurre-platos buscando algo entre las cosas que había fregando. Las comisuras
de sus labios cambiaron otra vez el rumbo, el capitán había ordenado de nuevo
que hacia el sur era el camino. Elena, como presa de un trance estiró la mano,
escogiendo uno de los objetos que se secaban en el escurridor, se giró sobre
los talones mecánicamente y se marchó hacia el baño. Abrió el grifo,
taponó el desagüe de la bañera y dejó la cuchilla de cocina en el borde de la
misma. Se desnudó, cerró la puerta y se metió en la bañera.
Lo tengo todo muy vivo en el recuerdo... pero yo no tuve la parte de las tostadas....
ResponderEliminarHas tocado demasiadas fibras en mí. Un besito, Sheol.
Te aplaudo.
Buen finde.
¡Sheol, amigo! desgarrador relato de trasfondo tan lacrimógeno y aciago, brutal y desesperanzador. La soledad puede ser una trampa mortal cuando la mente se puebla de fantasmas, voces que nadie puede oír y tristezas que nadie puede comprender. La mente humana es mucho más complicada que el mismísimo cosmos y en este relato soberbio y trágico nos asomas a esa azoteas pavorosas de la amargura más insondable con un final tan nefasto para esta desdichada muchachita. Fantástico relato Sheol
ResponderEliminarBellissimo relato Sheol..Te deseo un feliz fin de semana..
ResponderEliminarBesitos...
Un relato tan emotivo, lleno de detalles, un gusto leer como siempre.Buen finde un beso.
ResponderEliminarDesgarrador, con mucha sensibilidad, y con un final que ojalá solo existiera en la ciencia ficción.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Como la tristeza puede adueñarse de una alma tan joven hasta el punto de desear la muerte en lo que debiera ser la cúspide de su existencia?
ResponderEliminarImposible saber como reaccionará nuestro cerebro en cada instante. A veces mar de genialidades, a veces apocalíptico y destructivo, a veces incapaz de reactivarse ante las adversidades.
Para desgracia echos como este ocurren con mas frecuencia de lo que creemos.
Un abrazo amigo Sheol. Que pases un fin de semana estupendo.
Acojonante, sobre todo porque te abre la mente a mil finales distintos que puedes aplicar, como dice pedroj es desgarrador por los sentimientos que afloran y nos introduces.
ResponderEliminarUn abrazo
Se me ha encogido el corazón.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte Sheol.
Vas a pensar que soy una insensible, no es eso, será deformación profesional, pero un pequeño desequilibrio químico es el responsable del 90 por ciento de este tipo de muertes. Puede evitarse aunque es inmensamente dificil.
ResponderEliminarY desde el punto de vista narrativo y personal, tu relato es desgarrador porque expone esa auténtica sensación de soledad y de falta de sentido de la vida que aboca a la muerte a tantos seres.
Enhorabuena.
;)
Es triste el relato... triste donde la mente es capaz de llevarnos cuando perdemos el dominio de ella.
ResponderEliminarUn beso.
Tiene un final como a mi me gustan de esos que te esperas de todo, menos lo que realmente luego se lee.
ResponderEliminarUn abrazo
Pudiera ser que el capitàn ordenara de nuevo la sonrisa hacia el norte y ella dentro del agua volviera a sentir la necesidad de vivir, puerta abierta y enganchada de nuevo a la vida. Me gustarìa este final...
ResponderEliminarun fuerte saludo
fus
Nunca sabes las jugadas que la mente te puede dar..
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y feliz semana amigo
sheol
Inesperado final, me ha encantado tu relato.
ResponderEliminarUn beso.
Un gran relato donde has descrito de forma exquisita toda la cantidad de emociones y estados de ánimo por los que pasa la pobre protagonista, ojalá llegara a tiempo la madre..... Un beso y buen comienzo de semana para ti,
ResponderEliminarHola Sheol, aunque el relato es tristón, está muy bien construido, te felicito,
ResponderEliminarte dejo mi ternura
Sor.Cecilia
Grandioso relato amigo Sheols13,con una carga emocional intensa y ese piano de fondo que te abduce a una historia con final inesperado.
ResponderEliminarDerrochas talento tanto en el texto como en las imagenes escogidas.
Un saludo
Está muy bien escrito Sheol13, siempre es un placer leerte. El tema es muy duro. Una chica de 22 años, con un futuro brillante, pianista, un día cualquiera se queda sola en casa y después de recoger y limpiar la cocina decide suicidarse. Qué le lleva a ese final? la presión sufrida durante su infancia (estudiar música y compaginar sus estudios, la presión de su familia por estudiar, la inadaptación de esta chica a su entorno...), de cualquier modo, es una realidad, el suicidio de jóvenes corresponde a un alto porcentaje de la población en general. Da miedo...
ResponderEliminarme gustó mucho amigo.
un abrazo
Un placer enorme leerte y con ese piano y ese final.
ResponderEliminarEres estupendo, me encantó.
Un besazo.
Muaaaaaaaaaaak.
PD: Con la calidad que tienes, es una pena enorme que no estés en una posición mejor en los 20blog.
¡¡Impresionante el relato!!!..me ha sobrecogido..no esperaba ese final..
ResponderEliminarDesgarrador ...un dolor intenso me atenaza..!
Te felicito
Un abrazo
Hola Sheol, no es fácil encontrar textos tan bien escritos en internet...
ResponderEliminarUn saludo y enhorabuena,
Jose
"Todos quieren tener opinión pero nadie quiere pensar."
Vaya final le has puesto a mi tocaya.Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn saludo
Excelente relato Sr Sheol13 :D
ResponderEliminarHe disfrutado leyéndolo más de una vez ;D
Un cálido beso y un eterno abrazo con el mayor de mis respetos Sr amigo
Un relato desgarrador y que no puede dejar indiferente a nadie.
ResponderEliminarEs genial
Un besazo!!
Hola Sheol.
ResponderEliminarQué complicada puede ser la mente... Nunca se podrán desvelar todos los misterios que esconde. Estando rodeados de gente nos podemos sentir tan solos.Gran relato.
Un abrazo.
Cada vez que entro en tu blog tiene una plantilla diferente :D